Te vamos a contar una historia de las sencillas y las simples. Fácil de entender. Existen dos tipos de formaciones: las muy buenas y las demás.

Seguro que en tu empresa ha habido formaciones en las que te han hablado de todo pero en el fondo de nada. En nuestras formaciones te damos herramientas para trabajar aquello que quieres desarrollar, así de simple.

Hay mucho vendehúmos, vendemotos o como lo queramos llamar, profesionales que hablan del unicornio blanco, eso no le dice nada a nadie. La gente no hace caso a lo que escucha si no que le hace caso a lo que imagina en su cabeza, que es lo que le hace sentir.

Si crees que dando a una tecla vamos a cambiar el ambiente en tu empresa: no somos tus formadores.

Si crees que sin poner de tu parte tus equipos van a estar mejor cohesionados: no somos tus formadores.

Si crees que vamos a enseñarte herramientas y luego no las vas a tener que practicar: no son nuestras formaciones las que van contigo.

Confesamos que no gustamos a todo el mundo, somos descarados con nuestra forma de hacer y de impartir. Pero algo que todo el mundo sabe es que lo único que no funciona es la indiferencia.

No nos gusta perder el tiempo con cosas que no funcionan, hemos venido a trabajar.

Te pongo en situación: Formación en liderazgo de equipos en una empresa, hacemos presentaciones y arranca el asunto, cada uno cuenta algo de sí mismo/a y comienza la formación.

Vemos que hay una persona que saca una revista y se pone a leerla. Tal cual.
Me acerco y pregunto: “¿Qué ocurre?”
Me contesta: “estoy aquí porque mi jefe me ha obligado a hacer un curso de habilidades pero yo no quiero hacerlo, así que para joderle, voy a estar presente pero voy a ignorar absolutamente todo lo que cuentes, te agradecería que no cuentes conmigo par ejercicios, dinámicas etc”

Insisto: “¿dónde está tu jefe?”

Él: “de vacaciones en Tenerife.”

Tratamos de hacerle ver que a la única persona que está haciendo perder el tiempo es a él mismo pero oye, que no lo ve. Su falta de atención, está dañando profundamente a su jefe que, claramente, no deja de pensar en él, mientras toma mojitos en Tenerife.

¿Es un fracaso? Sí, no conseguimos que modificara su forma de ver las cosas, así que hay algo que siempre hemos de tener claro: si las personas no quieren, NO QUIEREN.

Para cualquier objetivo en la vida uno ha de querer.